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Somos Bautistas

LA BIBLIA Y LAS REDES SOCIALES

Estamos viviendo tiempos en los cuales podemos exhibir gran apego a las redes sociales, como herramientas para buscar profundizar en conocimientos importantes que nos permitan una vida mejor. De hecho, las generaciones que emergen ponen de manifiesto una abrumadora habilidad para el manejo de los dispositivos e instrumentos de alta tecnología, que hacen posible una cómoda ubicación del intelecto en la exploración y adecuación del ser humano en altas esferas, para el bienestar.

La pasión por las cosas que nos inquietan y por aquellas que nos comprometen en el trabajo diario, nos obligan a investigar, preguntar e inquirir, en aquellos campos que sabemos ya tratados por la ciencia y que permanecen allí listos para ser consultados. Estamos hablando de una no cuantificada reserva de conocimientos y de una cultura expansiva de asuntos que jamás pudimos imaginar y que es imposible manejar desde el cerebro humano, pues está concentrada en una compleja memoria de infinitas proporciones.

Sumada a la imperiosa necesidad de la exploración en internet con sentido constructivo y edificante para la humanidad, podemos palpar en todas las esferas de la sociedad una enorme dependencia de los aparatos tecnológicos (móviles, tablas, app, computadoras, etc…), para la recreación y goce en diferentes horas de la vida diaria. El uso del Correo, Whatsapp, Instagram, Twitter, Telegram, Facebook y un sinfín de aplicaciones y programas diversos, ocupan un importante espacio del día en la vida de numerosas personas. Se estima que casi 5 mil millones en el planeta (62,5 % de la población mundial) ya están conectadas, 225 millones más que en 2019. Esto indica que la pandemia aceleró el alcance de esta tecnología, lejos de frenarla.

Mucho tiempo en estos dispositivos es usado también para la adicción a cuestionadas funciones que tienen que ver con vicios, innumerables juegos, pasatiempos malsanos y hasta pornografía. El ser humano parece captado por sus sentidos, hasta dejarse esclavizar. El riesgo de quedar atrapados en las redes es evidente y no respeta edades. Aun así, habría que valorar aquellas incursiones personales o de equipos de trabajo que usan las redes con una intencionalidad productiva, favorable al desarrollo personal y adecuado para la humanidad.

Datos de la Alianza Global Wycliffe señalan que hasta 2021, de un total de 7.378 idiomas solo 3.495 tenían parte de las Sagradas Escrituras. Unos 717 idiomas tenían la Biblia completa. Pero más allá de estas cifras, es complejo saber quiénes le han dado el uso adecuado en el tiempo discipular apropiado para la vida devocional y el crecimiento o desarrollo espiritual. Por supuesto, hay que hacer la salvedad de que millones de dispositivos electrónicos sirven para mucho a la expansión del texto bíblico y al estudio dirigido desde programas preparados para este fin.

Podemos preguntarnos si hay cosas que Dios aprueba de la vida de los creyentes en Cristo, que tienen por costumbre darle mal uso a las redes. Y, de la misma manera, en una experiencia personal un cristiano podría examinarse, a lo sumo en su intento devocional, sobre la calidad de vida que tiene, en especial cuando usa mal o demasiado tiempo su dispositivo, pudiendo dedicar más minutos a la vivencia de la Palabra de Dios y la oración. Es posible pensar también que el Señor no censura el buen uso de las redes sociales y que éstas pueden ser instrumentos de bendición a ´propios y extraños.

La Biblia afirma que “las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley“ (Deuteronomio 29:29) (RVR-60). Y podemos entender que, por supuesto, el Señor no nos pedirá cuenta de sus secretos (NTV), pero somos responsables con cualquier otra generación de todo lo que sí nos ha revelado, por vía de la obediencia a sus instrucciones. Tal consideración nos lleva a asumir hoy un compromiso vital sobre el saber de Dios, para conocer lo que es su deseo en torno a cada uno de nosotros y, en consecuencia, hacer lo que Él quiere que hagamos.

Frente a cualquier intento del hombre por negar el libro abierto de la creación y por despreciar la Palabra de Dios, hemos de asegurar que la Biblia no es un libro más sino el que ha influenciado al mundo más que cualquier otro libro. Como reseña la Biblia del Pescador (Pág. 240), “sus certeras profecías, guía moral, sabiduría, historias y poesías, han inspirado a millones de personas. Su impacto no tiene igual, ya sea en el plano social, ético o en la creación literaria.” Por esa y muchísimas razones más, “es el libro más importante de la historia.”

Elier J. Romero M. / Director General CNBV

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